lunes, 31 de mayo de 2010

¿ VAMOS BIEN EN REALIDAD ?

Las cifras oficiales señalan una etapa lenta de recuperación en la economía nacional. Según los números, las cuentas y las estadísticas gubernamentales, la crisis fue superada, quedo atrás. Los consumidores recuperan poco a poco la confianza, la credibilidad en el uso de la firma crediticia, las empresas y los negocios estiman que en el horizonte del corto plazo, el mercado responderá y la tan ansiada recuperación financiera dejará muy atrás los argumentos catástrofistas, pesimistas, caóticos y desalentadores que por más de 30 meses estuvieron presentes en el escenario nacional.
Sin embargo, la tormenta monetaria no ha terminado. La crisis económica del país sigue presente aunque no nos guste y mucho menos nos aliente.
Los datos duros están ahí sin maquillajes, son componendas, sin matices. Una economía que basa su principal sustento en un mercado en donde 12 millones 500 mil personas trabajan y perciben ingresos de la economía informal sobre los 14 millones 300 mil personas que lo hacen en el sector formal, no es un mercado sano, viable, sustentable...
Hablar o al menos imaginar un mercado de tres millones de personas desempleadas junto con otros cinco millones de subocupadas, da pie a que el optimista irredento considere un horizonte lleno de nubarrones, de vendavales financieros, de incertidumbre generalizada.
Ciertamente, se puede ver el vaso medio lleno o casi... 
100 mil millones de dólares en las reservas del Banco de México ( BANXICO ), ingresos impresionantes y  especulativos por cientos de decenas de millones de dólares provenientes de Europa, repunte fantástico del dinamismo monetario que genera la informalidad, incluyendo el crimen organizado, y, un Keynesianismo gubernamental, inversión en obra pública, que dejo con los ojos cuadrados al mas ortodoxo economista de México...
En el otro lado de la moneda nacional el panorama financiero no deja de sentirse angustiante, amenazante.
Inseguridad pública, salida de grandes capitales, caída de los precios del petróleo, déficit en las cuentas de los gobiernos sus tres niveles administrativos, elevado endeudamiento de las finanzas públicas, contención artificial de la paridad cambiaria peso-dólar, control de la inflación ficticia, caída del poder adquisitivo de la población y toda una lista de asuntos pendientes en las grandes áreas de la política nacional. Desde la reforma laboral hasta la energética pasando por la reforma financiera y la de Estado.
En suma, claroscuros en el panorama nacional, con el problema de que, en unos cuantos meses más, la carrera por la Presidencia de la República para el próximo sexenio, abrirá de par en par la puerta de la especulación en todos sus niveles, de los pleitos, de la corrupción y de su buena dosis de demagogia y populismo.
Espero que, la agobiante y persistente crisis mundial de la economía no vaya a ahondar las perspectivas y el panorama financiero, político y social que tenemos o mantenemos tanto los pesimistas como  los optimistas..

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